viernes, julio 14, 2006

Quiero un Milka Aireado con almendras por esta columna

Lo realmente bueno de que haya existido (ruego porque nunca deje de ser pretérito) Operación Triunfo, es que fue la muestra perfecta de la relacion entre el capitalismo posmoderno, y el arte (en este caso, en su versión musical).

Nada tiene que ver el Pop Art aquí (un movimiento maravilloso que cambió la cara del arte y le dio una nueva perspectiva), no en un sistema que logró que palabras como talento y artista pierdan todo significado.

El arte dejó de ser la más pura y perfecta relación entre una persona (el artista) y su técnica personal, para volverse patrimonio exclusivo del público y (obveamente) del dinero. Se sabe: el "mejor y más talentoso artista" será, no el que mejor logre pulir su técnica innata (en este caso la vocal e interpretativa), sino el que más público coseche, y mayores réditos produzca.

Desde luego que ninguno de los productores creó el programa para promover "cultura"; pero en la cabeza del espectador (y aquí está la clave), sí está bien instalada la idea de que está "consumiendo" arte (al punto de llegar a "deprimirse" si llegan a eliminar a su preferido)... Cuando en realidad lo unico que consume es una batería de estereotipos (el galancito tierno, el galancito canchero, la extranjera que logró triunfar lejos de su patria, el pseudo indígena en falsa representación de las minorías nativas, la gorda que canta canciones para viejos, la rubita bien, la morocha sexy y sus gemelas) que concentran sus energías y dotes líricas en agradar a la gente y al jurado, no en hacer lo que mejor saben haciendolo cada vez mejor.


Siempre nos olvidamos que los que se "deben a su público" no son los artistas. Son los famosos. No porque eliminen rápido a un talentito del programa va a ser "menos artista". Una vez más, todo dependerá de lo que cada uno busque.

No hay comentarios.: