lunes, agosto 07, 2006

Cómo se construye un personaje

Hoy al pasar por la cocina leí al pasar en el diario que un grupo de teatro va a poner en escena El Señor Galíndez, de Eduardo Pavlovsky.
Inmediatamente después me dispuse a ver Palermo Hollywood. En cierto clímax de la película me pregunté porqué será que siempre los personajes de torturadores y matones son desarrollados desde el placer sádico de la perversión; y porqué si algún otro personaje "normal" se convierte en eso es por obligación, porque no le queda otra.
Sin dudas no hubiera pensado eso si el diario no hubiera actualizado en mi memoria la brillante obra de Pavlovsky. Ambientada en plena época del "proceso de reoganización nacional", la obra nos presenta a dos personajes: Beto y Pepe. Dos laburantes que trabajan para un supuesto señor Galíndez al que nunca vieron. De pronto irrumpe en su lugar de trabajo otro hombre, Eduardo, enviado por Galíndez para que los otros dos le enseñen el oficio.
Un rato más tarde, el "jefe" les envía dos prostitutas para hacer más llevadera la tarea.
Ahí se destapa la realidad: un cambio de luz y la aparición de ciertos elementos vuelve ese living cualquiera una sala de tortura. Beto y Pepe son torturadores. Se ganan su vida gracias a la picana y la humillación.
Las prostitutas no eran para "divertirse" sino para usarlas de conejitos de indias para que Eduardo aprenda la práctica con mayor facilidad. ¿Y qué llevó a Eduardo hasta ahí? Ni la necesidad, ni el sadismo. Sólo su simple certeza de que esa era la única forma de sacar el país adelante y de hacer este, un mundo en el que valga la pena vivir.

Escalofriante. Violento. Teatralmente sublime.
Supe que cuando se estrenó la obra (todavía en época de dictadura, a escondidas) el público supo que estaba ante una obra de alto valor literario y social, pero no pudo aplaudir cuando llegó el final.

Será que la realidad no se aplaude.

No hay comentarios.: