lunes, octubre 16, 2006

Votar es el punto de partida, no el punto final.

El concepto central de la democracia, su principal pilar, base y fundamento, su verdadera razón no es el voto, es la PARTICIPACIÓN.
El voto es el momento donde esa participación se hace bien tangible, práctica y concreta; casi poética. Pero es ridículo pensar que la democracia es sólo ir a votar... mucho menos desentenderse de ese voto ni bien se sale del cuarto oscuro; tanto para los ciudadanos, como para los representantes elegidos.
Los primeros no deben olvidar que tienen la facultad, el poder y el derecho de hacer tantos caminos de acción como necesiten y les parezca (por lo que el no hacerlos corre por su cuenta). ¿Por qué? Porque los representantes existen sólo por una cuestión burocrática que teóricamente aporta dinámica (la cantidad de gente de hoy no es la del ágora de la Acrópolis)... por lo que esos no deben olvidar, que tienen la responsabilidad cívica y social (que asumieron a su costo) de actuar en nombre de aquellos que representan, no de sus propios intereses.
Al fin y al cabo, los representantes, no son más que escoria institucionalizada.
... y los ciudadanos pueden ser todo lo apartidarios que quieran... pero jamás podrán ser apolíticos.

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