lunes, enero 08, 2007

Pasa cada 4 años

Acaba de comenzar un año bien electoral en Argentina. Es cuestión de semanas que los "diferentes" partidos políticos comiencen a bombardearnos con carteles anunciando sus candidatos. Es en estas épocas dónde más encuentro la necesidad de separar dos palabras que vulgarmente se toman como sinónimos, pero que, a pesar de los burdos intentos por lograrlo, están lejos de serlo: publicidad y propaganda.

Propaganda es la acción de difundir ideas, pensamientos y corrientes; ya sean políticas, religiosas, morales, filosóficas, etc.
La Publicidad, en cambio, es una acción de marketing (inspirada en la propaganda) para vender un producto/servicio.
¿En qué se parecen? En que las dos buscan CONVENCER sobre algo: la propaganda sobre ideas; la publicidad sobre características de cierta marca, para venderla más y mejor.

Otrora, cuando "política" no era mala palabra sino el medio de conseguir una vida que valiera la pena ser vivida, la propaganda era el leit motiv de todas las agrupaciones (al fin de cuentas, ser mayoría siempre suma si tu idea es no vivir al margen del resto). La publicidad se limitaba a contar qué diferenciaba a un jabón de otro.
Ahora, cuando el Estado no es más que una pantalla de ciertos poderes económicos, la propaganda prácticamente no existe, por la simple razón de que ya no hay ideas, ni corrientes, ni pensamiento.
No se puede, no hay tiempo para eso. El sistema nos transformó en una máquina de supervivencia. Lo único que queda es sobrevivir. La Política ya no existe, lo único que existe es el mercado, y los candidatos son un producto más.
... aunque en realidad son un producto menos, porque están muy por debajo de un par de zapatillas, por ejemplo.
Porque nos hipnotizaron tan bien, que consiguieron que buscáramos nuestros ideales en las marcas. Basta mirar en lo que venden (lo que dicen vender) las marcas hoy en día: bienestar, amor, salud, felicidad. Todas cosas que no pueden cumplir por la simple razón de que son objetos que con suerte pueden dar comodidad o sabor.
¿Y quienes se venden con la sóla idea de diferenciarse del otro? Los candidatos. Gritan desde los carteles como una galletita te grita más que otra desde una góndola de super.
La publicidad actual quiere ser propaganda (no lo es porque no tiene con qué suplantarla, su única opción para superarla es matarla); pero la propaganda política hace ratísimo que es publicidad, y de la mala.
Qué lástima.

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