miércoles, junio 14, 2006

Grandes clásicos de la humanidad (d)

HOY LES OFRECEMOS:

La Esperanza

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La noción de "esperanza" es parecida a la de "potencial". Algo así como un pálpito sobre que algo va a mejorar, o a salir bien. Y también, la necesidad de que una amenaza o una promesa (ímplicita o explícita), siga el curso deseado.
La esperanza tiene dos caras, una pasiva y otra activa. La primera es cuando uno "espera" que las cosas se solucionen. La segunda, cuando genera actitudes proactivas en situaciones desalentadoras (un balsero que sigue remando, aún cuando no vea tierra). La curiosidad está en que "ambas esperanzas" son antagónicas. Mientras que la activa es sumamente útil, la pasiva es poco más que una escoria.
Y el problema es que es la más famosa de las dos, y siempre la vendieron como algo sumamente positivo, porque cuando se la tiene, uno gana en optimismo (y en expectativas exageradas, lo que suele terminar en doble decepción si algo sale mal). Eso es totalmente cierto, pero ahí se acaba todo... "la esperanza es lo último que se pierde", ¡Y claro! si sólo tiene sentido cuando creemos que ya no queda nada...

El mito más popular es el de Pandora: ella (la primera mujer para los griegos) se casa con Epitemeo y reciben como regalo de Zeus una caja, que nunca podrían abrir. Pandora hace caso omiso de la advertencia, y cuando la abre, escapan de allí dentro todos los males del mundo. Cuando por fin consigue cerrarla, y sin saberlo, deja adentro la esperanza.

La esperanza en su versión popular, no es más que un opio consciente y colectivo, que impide ver la realidad tal como es y alienta a sentarse a esperar y no a buscar caminos de acción. Es una fiel representante de esa tendencia compulsiva del hombre a pensar que alguien más va a intervenir en su camino y ordenarle el trayecto. Ha sido así desde los comienzos, cuando se invocaba al dios de turno para lograr una buena cosecha, y se prestaban más recaudos a los altares y sacrificios, que a la cosecha en sí.
Sigue siendo así ahora, cuando en cada comicio se espera encontrar a un paladín político con superpoderes que erradique las miserias que no se está dispuesto a abandonar. Aún cuando se sepa de sobra que tal "paladín" no tiene intenciones de hacerlo (porque las cinco veces que fue elegido no las demostró ni un día); y que, aún si las tuviera, no podría hacerlo sólo.

Los griegos sabían que debían desconfiar de los obsequios divinos.
La esperanza, no fue un regalo inocente de los dioses.

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"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol" (Martin Luther King)

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